La Columna Radiofónica

Revista Latina de Comunicación. Pastora Moreno Espinoza.
La columna radiofónica surge, porque la audiencia no se satisface con la información escueta del hecho noticiable sino que el público tiene necesidad de disponer de claves racionales que le ayuden a la interpretación de los hechos. De este modo, vemos cómo el comentario firmado, ha desplazado al comentario anónimo institucional.
Así, pues, el comentario radiofónico puede entenderse como un género basado en el monólogo, que pretende analizar hechos, interpretarlos, valorarlos y enjuiciarlos, pero desde una perspectiva individual y no institucional como es el caso del editorial.
En radio, es preferible el comentario al editorial, porque hay un atractivo hacia lo personal y firmado, frente a lo anónimo y colectivo.
En prensa escrita, la autoría del comentario es personal y se rubrica con la firma. Evidentemente, en el caso de la radio no es posible firmar. La explicitación de la autoría recurre a dos modos de representación: por un lado, se suele mencionar el nombre del comentarista antes y después de la emisión de su comentario, y, por otro, es el propio comentarista el que da lectura al texto. De este modo, el autor incorpora su propia voz con las connotaciones lingüísticas y psicológicas que supone. Esto último, es una peculiaridad del comentario audiovisual hasta tal punto importante, que en radio no hay comentario si no es expuesto por el propio comentarista.
El comentario podrá ser ofrecido en directo, grabado para su posterior emisión, leído desde otro lugar distinto al de la emisión, leído por teléfono, etc., ya que la voz del comentarista es elemento constitutivo del comentario radiofónico, de modo que sin ella el género pierde su principal razón de ser.
Aunque todos sabemos que un comentarista habitual de una cadena de radio comparte y, de alguna manera, difunde la opinión institucional de la emisora, los efectos y la responsabilidad del comentario, quedan ligados indisolublemente a su autor.
Los comentarios radiofónicos se caracterizan por una cierta continuidad, de modo que se establece una especie de vínculo entre la audiencia y el comentarista que permite a éste utilizar un lenguaje directo, llano desenfadado, pero siempre con credibilidad y apto para mantener el prestigio ante el público.
De otro lado, la periodicidad del comentario suele ser la misma que la del programa en que se inserta. Por la estrecha relación personal que el comentarista establece con la audiencia, suele emitirse a la misma hora, de manera que el público sabe de antemano -si es asiduo oyente del programa- en qué momento se emite el comentario.
En cuanto a los temas que trata, el comentario se refiere a cualquier actividad humana, se presenta con una cierta periodicidad en el tiempo y es capaz de atraer la atención de un número importante de oyentes. Puede abordar temas de cultura, religión educación, economía, política, etc.
No obstante, se aprecia una cierta preferencia a interpretar acontecimientos de la política nacional, entendida en su más amplio sentido. Hemos de tener presente que el área de cobertura del programa, condiciona o justifica parcialmente el tema sobre el que versa el comentario.
Este género radiofónico suele presentarse bajo una estructura definida e incluso con título. Posiblemente, debido al prestigio de la letra impresa, algunos de los comentarios radiofónicos se presentan precedidos de un título que simula estructuras propias de discursos estrictos, aunque después, el comentario utilice esquemas del lenguaje oral. El discurso radiofónico permite el uso del apóstrofe, es decir, la inclusión de apelaciones directas a un supuesto destinatario distante del conjunto de la audiencia, al que se interpela como si supuestamente el comentario fuera un escrito privado dirigido exclusivamente a un tercero.
En cuanto a la estructura del artículo en prensa, es más compleja que la del editorial porque el articulista debe defender una tesis y deducir sus posibles conclusiones.
En líneas generales, aunque no hay una forma concreta de estructurar los artículos, ya que existen múltiples posibilidades a la hora de redactarlo, a modo de ejemplo, podemos aludir a las partes que componen un modelo más o menos ortodoxo:
1. Presentación del tema. Se hace referencia a los aspectos más importantes de una información y se destaca su importancia. Es el asunto específico.
2. Información. Se comienza a desarrollar el tema, entrando ya en detalles adicionales.
3. Análisis y argumentación. Es la fase argumentativa en que el articulista realiza el análisis de los hechos, valora y enjuicia el tema.
4. Comprobación de los acontecimientos. Se trata de constatar los hechos de modo que a través de una exposición lógica se expliquen y se hagan evidentes.
5. Valoración y conclusión del tema. Se cierra el artículo con una recapitulación de todo lo expuesto y argumentado y se concluye el tema.